Durante muchos años me sentí desadaptada, como que todos fluían hacia un camino al cuál yo no le encontraba sentido.
Tuve que desaprender muchas cosas para poder volver a conectar conmigo misma con cada paso que daba, y en el proceso entré en periodos de mucho estrés, ansiedad y confusión, tratando de encontrar respuestas claras a cómo vivir mi vida.
Me preguntaba por qué todos se veían tan cómodos en su realidad, y yo no lo estaba.
Esto me llevó a buscar otras alternativas, y empecé a emprender.
Al comienzo estaba muy feliz, me metía en cuanto proyecto encontraba, incluso logré hacer mucho dinero.
Pero vivía más ocupada que si tuviera un empleo. No tenía tiempo libre ni para decirle feliz cumpleaños a mi mamá.
Empecé a sentirme tan abrumada, hasta el punto en el que tuve un bajón emocional y físico tan fuerte, que del cansancio me quedé pasmada en la cama, mirando al techo, totalmente inconsciente, sin moverme, sin decir nada.
No estaba desmayada, era solo mi cuerpo gritando:
¡PARA!
Cuando recobré la consciencia, ¡habían pasado ocho horas!
Yo sabía que algo estaba mal en mí. Sabía que siempre me llevaba a los extremos, y por eso desde chiquita busqué apoyo en herramientas externas.
Aprendí de astrología, de aceites esenciales, fui a terapias, psicólogos, leí cuanto libro de desarrollo personal encontraba, aprendí de aromacología, rastreo neuroemocional, y fui adquiriendo muchos conocimientos y habilidades que me ayudaban a mejorar mi relación conmigo misma.
Pero algo no terminaba de cuadrar.
El problema que encontraba es que muchas de esas prácticas no se adaptaban a mi esencia, me sentía como repitiendo instrucciones que al final ni siquiera entendía por qué las hacía.
La terapia me ayudó muchísimo para salir del estancamiento, pero luego, en una comprensión más amplia sobre mí, sí que había algo que se quedaba por fuera.
Y yo siempre he necesitado tener claridad, entender el por qué de las cosas, y comprender si eso que aplico, es coherente con mi autenticidad, con mi esencia.
Lo que estaba buscando era alguna herramienta que me hiciera independiente, que me ayudara a comprender mi esencia y a tomar decisiones alineadas a mi ser, sin depender de nadie.
Entendí que las verdaderas respuestas las iba a tener si miraba un poco más hacia adentro, y menos hacia afuera.
Pero no te creas que la historia que voy a contar ahora es del estilo:
"Ahora mi vida es perfecta, todo me fluye y no tengo problemas."
No va por ahí.
Sigo teniendo altibajos emocionales, sigo sintiéndome diferente, pero ahora entiendo por qué, y qué cosas en realidad no me hacen bien y cuáles sí.
He aprendido a honrarme, a respetar mis necesidades individuales, a tomar mejores decisiones y a relacionarme con otros de forma mucho más asertiva.
Comprender quién soy y cómo funciono mecánicamente me ha ayudado a tomar decisiones inteligentes. A respetar mis ritmos internos, a no juzgarme cuando me siento mal.
A descansar si lo necesito, a no sentir culpas cuando algo sale diferente a como mi mente lo tenía planeado.
Ya la mente no me hace terrorismo. Ella está ahí, inventándose historias apocalípticas, y yo la dejo, porque aunque no puedo callarla, ya entiendo que por ahí no va la cosa....
Que la cosa va de honrar las necesidades de mi cuerpo.
Y todo este proceso de autoconocimiento y comprensión de quién eres, es algo que quiero compartir contigo.
Por eso creé (Re)conecta. Una mentoría en la que te ayudo a sentir plenitud y paz interior, mientras reconoces esas partes de ti desde el amor propio.
Si has probado miles de herramientas de desarrollo personal y espiritual pero no te dan el resultado que esperas, (Re)conecta es para ti. Si quieres conocer más, haz clic aquí.